El
gerente de la Asociación Española para la Calidad Acústica (Aecor),
Felipe Merino, ha explicado a ABC.es el daño que produce en nuestra
salud el exceso de ruido, un tipo de contaminación ambiental con el que convivimos a diario.
Merino advierte, «hay estudios que
afirman que debido al ruido excesivo cada persona pierde 8,2 meses de
vida». La Organización Mundial de la Salud (OMS) achaca a los factores
ambientales la muerte de uno de cada cinco europeos. Después de la
contaminación del aire, el exceso de ruido es la segunda de las causas
más nocivas.
«Con el paso del tiempo, el
no disfrutar de un buen descanso provoca estrés prolongado y fatiga.
Además, al final surgen problemas de insomnio, taquicardia, e incluso
la sangre se puede espesar, dificultándose su circulación por el cuerpo»,
asegura el responsable de Aecor. Merino recuerda también que «es muy
peligroso no descansar bien si se trabaja con determinados productos o
maquinaria».
El daño en la salud producido por
este tipo de contaminación ambiental es muy diferente en el campo y en
la ciudad. «Una persona que vive en la ciudad tiene más probabilidades
de perder audición que una que vive en el campo. Las pérdidas no son
excesivas, pero a largo plazo sí se ven diferencias entre los daños
sufridos por los habitantes de la ciudad y los que viven en el campo»,
afirma Merino. El traslado de la ciudad al campo también puede acarrear
algún problema a quien no está habituado al silencio. «Sí se
necesita un tiempo de adaptación, es el caso de gente que vive cerca de
aeropuertos. No se suelen ver casos extremos, pero sí es cierto que
durante las primeras noches en el campo la persona habituada a dormir
con ruido de fondo elevado puede sentirse extraña», explica el gerente de Aecor.
También existen diferencias según el
poder adquisitivo de los habitantes de un área determinada. La
población pobre está cinco veces más expuesta a la contaminación
acústica que la población rica. «Principalmente se debe a que las zonas
pobres están más masificadas, cuanto mayor es el número de habitantes,
más ruido se genera; en una zona de chalets, al haber mayor
tranquilidad, es menor el nivel de ruido», explica Felipe Merino.
Una lucha europea
La Unión Europea obliga a sus
miembros a fijar unos objetivos de calidad acústica. En España, los
límites fijados para las zonas residenciales son de 65 dB (decibelios)
durante el día y 55 dB durante la noche. Si el límite diurno coincide
con el que pide la OMS, la cifra nocturna supera la recomendada por
este organismo de Naciones Unidas, que aconseja fijar el límite entre
los 45 y los 50 dB. En otros países de la UE los valores límite fijados
por sus gobiernos son mucho más exigentes que en España. Así, en
Italia, el límite de ruido diurno es de 55 dB, y el nocturno de 45 dB.
En Alemania estos valores están fijados en los 59 dB durante el día y
los 49 dB durante la noche.
Según un estudio de la OMS, España
es el segundo país más ruidoso del mundo. Sólo los japoneses tienen que
soportar a diario más ruido que los españoles. Los expertos en
acústica recuerdan que los ruidos que superan los 70 dB provocan daños
en la salud. Y la Agencia Europea de Medio Ambiente que el riesgo para
la salud que supone la contaminación acústica es «muy superior a los
del tabaquismo pasivo y la contaminación de aire por ozono y
partículas, temas que reciben mayor atención por las administraciones».
Los «cazarruidos»
La iniciativa privada también ha
puesto sobre la mesa el problema que para la salud y la calidad de vida
de los ciudadanos supone la contaminación acústica. Así, Centros
Auditivos Gaes y Seguros Médicos DKV pusieron en marcha una campaña de
sensibilización para el Día Internacional de Concienciación sobre el
Ruido. Un equipo de «cazarruidos» recorrió las calles de Madrid,
Barcelona, La Coruña y Málaga poniendo simbólicas multas a quienes
provocasen ruido por encima del límite de 65 dB, e informándoles de las
consecuencias nocivas que para la salud tiene este exceso. Una forma
divertida de denunciar este tipo de contaminación ambiental.
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